viernes, 10 de noviembre de 2017

LA PRIMERA PIEDRA "Una película vuelve a casa" de Hernán Lucas

Gustavo Yuste leyó "Una película vuelve a casa" la novela de Hernán Lucas, para la revista digital La Primera Piedra. Estamos agradecidxs.

Pueden leerla más abajo, o ingresando en el siguiente enlace: link: http://www.laprimerapiedra.com.ar/2017/11/una-pelicula-vuelve-casa-hernan-lucas/


RESEÑAS CAPRICHOSAS – “UNA PELÍCULA VUELVE A CASA” DE HERNÁN LUCAS: LAS TORRES DE LA IDENTIDAD

Escrito por Gustavo Yuste 9 noviembre, 2017

La breve novela Una película vuelve a casa (Paisanita Editora, 2017) de Hernán Lucas narra las intimidades que se esconden detrás de unas torres de departamentos que, a simple vista, pueden parecer frías e impersonales. Sin embargo, la fluidez del estilo del autor logra que los sucesos vayan rompiendo el hormigón y el cemento para poder ver qué es lo que anida en los monoambientes mentales de cada uno. Con un proyecto artístico como excusa, los vecinos abandonan el anonimato propio de los edificios.


Sobre el autor

Hernán Lucas nació en Buenos Aires en 1974. Publicó: Un tapado de arena (Alción, 2005), Prosa del cedido por el oro (Paradiso, 2007) y Aquilea. Crónicas de una librería (Bajo la luna, 2013). En 2012 el Fondo Nacional de las Artes le otorgó la Beca Nacional de Creación Literaria. Es licenciado en Artes por la Universidad de Buenos Aires.

Las torres de la identidad

¿Qué relación se tiene en los grandes centros urbanos con los lugares donde se habita? A diferencia de una casa, los edificios parecen ser el terreno perfecto para lo impersonal, pero el libro Una película vuelve a casa (Paisanita Editora, 2017) de Hernán Lucas muestra todo lo contrario. En este caso, un proyecto artístico sirve para que los anonimatos de cada departamento se empiecen a romper.
El protagonista de la historia, que tiene una importante pata apoyada en los datos biográficos del propio autor, toma un rol importante dentro del consejo de administración del lugar donde vive: dos torres donde se filmó la película Últimos días de la víctima, de Rodolfo Aristarain. Tratando de llevar a cabo su plan -que se proyecte el film sobre la fachada de una de las torres para la comunidad de vecinos que vive en ambos edificios- el narrador se mete en un terreno tan desconocido como familiar: la vida de los copropietarios.



A medida que avanza el relato, que demuestra que las raíces de las personas con los lugares que habitan son más profundas que lo que la vorágine actual de las grandes ciudades aparenta, los prejuicios y las actitudes de los distintos miembros del consorcio van mutando a medida que el trato humano crece. En ese sentido, la figura de un arquitecto jubilado que se hace compinche del protagonista es uno de los atractivos de esta novela, dando a entender que -al igual que la película sobre la fachada de un edificio- uno puede verse proyectado en los lugares más inesperados.
Haciendo hincapié en pequeño detalles de la vida cotidiana y, al mismo tiempo, en los grandes sucesos inesperados que alteran el orden diario -plagas de cucarachas, roedores, filtraciones y, como si fuera poco, muertes de vecinos- la historia se va desenvolviendo con naturalidad y calidez, atrapando al lector en su trama que refleja algo tan común del ámbito metropolitano: la intimidad con extraños que se da con los vecinos.
Después de todo, las torres de la identidad no se construyen de un día para el otro y, mucho menos, de manera solitaria. Una película vuelve a casa refleja eso mediante una historia entretenida y atrapante con recursos que interpelan al lector no solo en la identificación con los sucesos del libros, sino también por la emotividad que, igual que la humedad, se filtra aunque no le estemos prestando atención.